A lo largo de la vida me ha tocado, en más de una ocasión, relacionarme con personas de rasgos narcisistas. Los narcisistas se llaman así por el mito de Narciso, un jovén tan hermoso y llamativo que todos se enamoraban del. Su orgullo lo hacia rechazar a quien se le acercaba, una diosa lo condenó a enamorarse de su propia imagen y, al ser incapaz de hacer otra cosa que no fuera admirarse, se tiró al estanque y se ahogó.
La Psicologa Ramani Durvasula, en su libro “Debo quedarme o Debo Irme”, comenta que los narcisistas son personas acostumbradas a manipular, mentir, engañar y aclara que no sienten empatía por nadie, se sienten grandiosos en todo lo que hacen, son arrogantes y se sienten con derecho a todo. En el fondo son personas inseguras, que se deben reafirmar constantemente para superar esa inseguridad y, para eso, necesitan invalidar a los demás.
Suelen ser personas muy carismáticas, líderes natos, por eso los demás se enamoran de ellos fácilmente y siempre están fantaseando sobre todo lo que ellos hacen (que, por supuesto, lo hacen muy bien). Los narcisistas suelen buscar validación a través de ayudar a los demás y aparecer como salvadores de la comunidad, al mismo tiempo que, con las personas cercanas (su pareja o su familia) son indiferentes, frios y distantes. Con lo cual, a las personas más cercanas les toca escuchar que los demás les comenten lo afortunados que son por tener un esposo/a y/o un padre dedicado a salvar al mundo, pero qué, en realidad, en las relaciones cercanas su comportamiento es frio y desapegado.
Su falta de empatía hacia los demás es inmensa, los sentimientos de los demás no le importan, suelen mentir casi todo el tiempo para aparentar, son incapaces de manejar sus finanzas y, usualmente, no pagan sus cuentas. Nunca se quieren sentir equivocados y, como requieren validación constante a su ego, si no se la das, se molestan, se frustran y se enojan, cuanto algo no les sale como ellos quieren. Toda las relaciones que tienen giran en torno a ellos y cualquier esfuerzo que hagas de manera independiente, lo sienten como un ataque, como una desacreditación hacia él.
Cuando empiezan una relación, lo hacen a través de “un acoso romántico”, te dan toda su atención y vas cayendo en su red, porque son buenos cortejando y te embaucan muy rápido. Cuando te atrapan, te ponen en una vitrina te olvidan y comienza tu tristeza. Lo normal es que se emparejen con personas empáticas, cuidadoras natas, que creen que, con voluntad y amor, lo pueden arreglar todo. Mujeres (por lo general) que caen en relaciones de codependencia, que se enamoran y creen que el amor lo cura todo y, por eso, permanecen durante mucho tiempo adictas a esa relación.
Cuando sienten que su pareja se está alejando, recomienzan el “acoso romántico”, te vuelven a enganchar y regresas creyendo que vas a poder mejorar todo y así pasas años, cuando, en realidad, al regresar solo estas revalidando su comportamiento. Las frases típicas que te dicen los narcisistas son “nadie te va a querer como yo”, “no eres capaz de ver la realidad adecuadamente” y "Tú eres lo mejor que le ha pasado en la vida", con lo cual, tú olvidas todo lo que ya has pasado. Un narcisista intentará por todos los medios retenerte y convencerte de que nunca vas a encontrar otra persona como él, que no vas a estar mejor sola que con él y caes de nuevo. Tienes que tener claro que aunque seas una mujer fuerte, puedes caer en una relación disfuncional de este tipo.
Finalmente, si sigues en la relación te vas sintiendo desinflada, porque te invalidan permanentemente, con burlas o sarcasmos constantes y, si continuas, sigues perdiendo tu energía. Es muy difícil salir de una relación con un narcisista, es como tener una adición mezclada con mucho apego emocional. Llega un momento en que tu energía está tan baja que te das cuenta de que no puedes seguir así, que tienes que elegir quererte más a ti misma.
¿Como sabes que debes de salir de una relación de este tipo? Normalmente, te das cuenta cuando el dolor de quedarte en la relación supera el dolor de salir de ella. Cuando empiezas a quererte de verdad, muchas cosas en tu vida comienzan a cambiar para mejor, recurre a tus amigas, a tu familia y verás que hay mucho más que hacer con tu vida, que estar en esa relación de migajas. No importa cuánto lo intentes, con un narcisista, nunca vas a generar amor mutuo, no importa lo que hagas, lo que digas, lo único que puedes hacer es correr y alejarte lo antes posible.
En los casos en que te toca un padre o pariente narcisista, es necesario que sepas que no están interesados en los hijos para nada, que solo son monedas de cambio. Estos hijos tardaran en superar el dolor de que su mente les diga que “no eres suficiente”, tardaran en confiar en sus instintos para estableecer relaciones de apego y superar esa relación de frialdad y falta de empatía. En estos casos, los hijos tardan en alcanzar una relación saludable que les brinde respeto mutuo, compasión, empatía, confianza y que sea honesta.
Muy poca gente es diagnosticada con este desorden de personalidad, en realidad, en el lenguaje común, se usa como un adjetivo. Un narcisista no puede ser curado, principalmente porque nunca van a buscar ayuda, dado que no ven que hay algo malo con ellos, todos los demás son los que están mal, la culpa, siempre es de los demás. Los narcisistas no se dan cuenta de que son personas inseguras, no tienen conciencia de su situación ni lo que le hacen a los demás, solo saben que ellos son fantásticos y que así ha sido toda la vida.
Todos somos, de alguna manera, algo narcisistas porque en algún momento u otro nos hemos creido mejor que los demás. Pero siempre debemos recordar que lo que se perdía Narciso, al estar centrado en sí mismo, era tener una visión más amplia de la realidad. Que, la vida, para disfrutarla plenamente, debemos transcender de nosotras mismas, no solo para ver más allá de nuestra imagen en el espejo, sino también para disfrutar a nuestro alrededor, tener impacto positivo en los demás y poder querer y ser queridos.