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Capitulo 11. Cuando te despiden.

“Aunque esperé, el empujón final no venía de afuera.

Tenía que venir de dentro y tenía que ser día a día.

Era yo quien tenía que tomar la decisión consciente y

valiente de hacerme cargo de mi vida.”

Laura Mc Kowen


En esta ocasión comparto parte de otro de los capitulos de mi próximo libro. Un episodio que explica como se vive el cambio cuando te despiden. Cuando mi empleador me transfirió para trabajar en Estados Unidos, me encontré con un trabajo que tenía poco que ver con lo que yo había hecho a lo largo de mi vida y en una oficina en donde los puestos eran, prácticamente designaciones políticas, por lo tanto, cuando cambió el jefe, el nuevo equipo de dirección quería cambiar el equipo de trabajo.


Me di cuenta que mi puesto de trabajo estaba en riesgo y, efectivamente, eso fue lo que pasó, me despidieron. El proceso de cambio del despido fue un proceso largo y doloroso, que comenzó con la desilusión que sufrí cuando me dieron el nuevo puesto que implicaba que dejaba atrás la ejecución de operaciones de desarrollo para comunidades de bajos ingresos, para la que me había me había formado, y que había disfrutado toda mi vida.


El proceso duró unos 3 años y todavía no termina. Primero me enfrenté a la desilusión de darme cuenta de que mi actual trabajo iba a consistir en hacer documentos y atender los egos de las personas con las que trabajaba. Con el tiempo, llegó el desencanto con el tipo de funciones que me estaban asignando y me deprimí pensando que, además de haber sometido a mi familia a una emigración, ahora yo estaba descontenta y triste con mis tareas.


Pasé dos años desencantada, hasta que tomé la decisión de que tenía que conformarme con tener un trabajo, seguir cotizando a mi pensión y tener un salario. Tarde en convencerme, pero lo conseguí. Era injusto conmigo, con mis hijos y no podía seguir quejandome ya que tenía un trabajo bien pagado ¡tendría que apaciguar la pasión por mi trabajo!. Después de haberme conformado, pasé a la fase de desenganche, lo que nunca me había pasado en la vida y con eso, prácticamente, entré en una depresión Decidí conscientemente no seguir quejándome y resignarme que es una de las maneras de responder cuando no podemos salir de una situación que choca con tus creencias como es la de sentirme atrapada en un trabajo que no disfrutaba.



En ese momento, fue cuando cambió el jefe y empecé a visualizar que me iban a despedir. Tuve suerte porque no entré en negación al ver esa realidad y eso me hizo empezar a buscar otra posición dentro de la misma organización. En medio de todo este proceso, ya había empezado a hacerme las operaciones preventivas a consecuencia de la mutación genética, para evitar que me diera cáncer, por lo que el proceso de despido se atrasó un poco.


Cuando me recuperé de las operaciones regresé a mi puesto de trabajo, donde me hicieron el vacío con la intención de que prefiriera irme a quedarme. Por suerte a esas alturas de mi vida ya tenía muy claro que lo que piensen los demás no define mi valor como profesional ni, mucho menos, como persona así que seguí buscando reubicarme dentro de la misma organización.


Cuando me entregaron la carta de despido coincidió que fue en la misma semana en que me diagnosticaron el cáncer. Sin duda, puedo decir que, en ese momento de mi vida, con mis hijos todavía adolescentes, veía mi futuro todo negro y sin salida. Tenia que concentrarme, principalmente, en mi salud y no saber que podría pasar con mi trabajo.


El proceso de desidentificarme, al mismo tiempo, del rol de ser una persona saludable y de ser despedida fue desgarrador. Entré en la fase de desorientación, ya no sabía quién era, ni quién iba a ser despues de pasar por estos dos procesos.


Tenía que enfrentarse a la pérdida de mi trabajo con un cáncer grado 3, con 2 hijas empezando la Universidad y uno empezando el bachillerato. No sabía qué hacer, me veía caer por un pozo sin fondo, con un futuro negro o nulo.



Por suerte siempre he contado con buenas amigas con las que compartimos nuestros momentos más difíciles y una de ellas me recomendó: ¿si estás tan perdida porque no buscas que te ayude una coach de vida?. En ese momento, no sabía que era una coach de vida, pero seguí su consejo porque, realmente, no sabia que hacer con mi vida, estaba desorientada y me sentía totalmente desamparada.


Solo en la primera reunión que hice con mi coach de vida, ella fue capaz de ayudarme a visualizar cuál podría ser mi salto vital en ese momento, cuál podría ser mi transformación personal y profesional. Me quedé impactada, porque con solo una reunión, fue capaz de ayudarme a verme a misma, no solo saliendo de esa situación sino reinventándome completamente.


Esa visualización de mi potencial me iluminó mientras pasaba por la transición y la zona neutral del cáncer, en la que me enfoqué en la recuperación de mi salud física y mental, mientras mi cabeza comenzó a soñar en alcanzar los nuevos hitos vitales que se sembraron en mi cabeza en la primera sesión con mi coach.


¡Se que nunca hubiera sido capaz de imaginame como lo hice sin ayuda profesional, ni de soñar qué, del momento mas oscuro de mi vida, podía salir recreada y, sobre todo feliz!

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